Amanecí sentada, con los ojos cansados, con el llanto ahogado y unas ganas inmensas de gritar y liberarme. Las horas pasaron y siempre estuviste presente, eres lo único que no me ha lastimado, me da miedo, eres algo hermoso que brilla con fuerza.
Suspiro y sonrío y aunque no estés conmigo yo puedo verte, te siento a mi lado, me haces feliz, te miro a los ojos y puedo verme en ellos. Estando contigo me siento segura, me siento yo misma, he recuperado la esperanza, puedo ver la luz de la alegría.
Muero de sueño y mi estómago está revuelto, mi hígado medio desecho y mi cabeza muy alterada, a ratos siento que volverán las lágrimas, camino despacio sin querer llegar a mi destino, pero aún así disfruto el camino, pues pienso en ti, el sol aminora el frío y tus brazos me cobijan, aunque de mi guerra me he rendido empiezo a sentir paz donde antes no la había, empiezo a sentir lo que antes no podía.
Hoy te escribo con palabras del corazón, te escribo porque no puedo y no quiero dejar de pensar en ti. Tengo tanto que contarte, hay tanto que saber de mi, quiero quedarme sin secretos y empezar unos nuevos que hablen de ti y de mi.
Esto lo escribí obviamente pensando en ti, pero no lo escribí hoy, no lo sentí hoy. Quisiera sentir lo que aquel día pude mientras pensaba en ti!
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