Te me estabas escapando, hablaré de ti porque ya no puedo hablarte, porque la vida no ha querido reunirnos de nuevo, porque ese teléfono tuyo ya se murió, porque, no sé, pero comencemos:
Nos conocimos hace ya muchos años, hace ya tantos que prefiero mejor ni contarlos, empezaste en mi historia como un buen amigo, por esas épocas yo comenzaba a salir con mi hermana, nos vimos un par de veces y así pasaron los años, volvimos a vernos ocasionalmente en uno que otro antro, me caíste muy bien desde que nos conocimos, pero el gran click surgió en una muy divertida y alocada noche, no sé que día fue, ni cómo es que sucedió, sólo sé que me divertí mucho, que me hiciste reír, que me hiciste suspirar, que hablamos horas por teléfono, que sentía emoción, que simplemente lo disfrutaba. Juntos pasamos lo que para mí ha sido el mejor 14 de febrero de mi vida.
Me apena confesar que ni siquiera sabía tu nombre, pero todo sucedió de forma tan inesperada que no necesité saberlo, tú y yo nos entendíamos perfecto, y así de igual forma en que llegaste a mi vida, saliste de ella, mas sigues en mis recuerdos, provocando la misma sonrisa, haciéndome reír.
Tiempo después supe de ti y volvimos a vernos en los lugares de siempre bajo las mismas circunstancias pero las cosas fueron totalmente diferentes, qué lastima de historia, aún así quisiera tomarme ese café contigo, hablarte, saber cómo estas, saber qué es de ti, quisiera hacerlo pronto.
Fuiste todo y al mismo tiempo nada, junto a ti viví muchos momentos muy padres y felices, pero también por ti viví situaciones muy incómodas y molestas, y gracias a ti esa mala amistad se disolvió, fuiste una extraña manzana de la discordia o la gota que derramó el vaso. No importa lo que ya pasó, pero sí importa que ocupas un lindo lugar en mi corazón.
¡Gracias por esos momentos que me hiciste feliz!
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